
Los círculos viciosos son frecuentes. Por ejemplo, el déficit de magnesio puede ser un síntoma de la respuesta al estrés, y a la vez, volvernos más vulnerables a este último.
Si una persona es sensible a casi todos los alimentos, y si su cuerpo no secreta los suficientes jugos gástricos, o no produce ácidos biliares, entonces tiene sentido tomar suplementos (enzimas digestivas, bilis de buey, etc.) para reforzar las funciones digestivas, ya que, por cuestiones prácticas, no se pueden eliminar todos los alimentos de la dieta.
Otra causa frecuente de sensibilidades son las infecciones: cuando el sistema inmune se encuentra en un estado de hiperreactividad a diversas sustancias, se dice que una persona manifiesta una hipervigilancia. Este estado es frecuente en las personas que padecen enfermedades autoinmunes, el síndrome de fatiga crónica, autismo, y alergias. Los microbios como los parásitos, o la proliferación de levaduras, son las causas más frecuentes de un sistema inmunológico hipervigilante. Los virus con una cronicidad tenaz, como el virus del herpes simplex o el virus de Epstein Barr, son virus que permanecen en nuestro cuerpo de por vida.
La exposición a productos químicos también contribuye a la sensibilidad a ciertos alimentos: la exposición a un alérgeno puede volvernos sensibles si es intensa o si está acompañada de altos niveles de estrés. Por lo general, los síntomas son subjetivos y emocionales.
También debemos considerar la fatiga adrenal, cuando se observan uno o todos los siguientes síntomas: sensación de frío, infecciones recurrentes, hipotensión, una regulación pobre del azúcar en sangre, antojo de sal, acné u otros síntomas hormonales como el exceso de vello en la cara o en el cuerpo, o la pérdida de cabello. En este caso, una terapia a base de hidrocortisona a bajas dosis puede mejorar la desintoxicación. Este es un buen ejemplo de las relaciones entre las funciones inmunitarias, adrenales y de desintoxicación. Se debe tener en cuenta que el estrés es la causa de la fatiga adrenal en un cierto porcentaje de personas.
Por último, ciertas experiencias invasivas pueden desencadenar también la sensibilidad a algunos alimentos. Las personas con sensibilidades múltiples han sido víctimas de abuso o sufrimiento frecuentes durante la infancia, y en algunos casos la situación aún perdura en la edad adulta. Por ejemplo, el abuso sexual, cirugías, etc. Ciertas emociones pueden expresarse a nivel inmunológico y no necesariamente psicológico. Cuando reciben psicoterapia o aprenden a manejar sus emociones, el problema inmunológico mejora o se cura.
fuente
Dr. James Vallejo Quintero
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